19.9.05

La muerte del poeta

El poeta muere, y entierra su ser en una buhardilla desordenada, entre una maraña de ideas, olor a humedad, libros apilados, fotos esparcidas por el suelo y tinta derramada sobre las sábanas.

Sábanas que arroparon sus sueños, puros como la risa de un niño, heridos como el orgullo de un amor roto, silenciosos como el vuelo de una lechuza en la noche, y libres como la brisa del mar al amanecer.

Persisten a la muerte sus sentimientos, cabalgando sobre extraños versos de rima descuidada.
Versos que bañan en lágrimas los ojos de una madre que sufre al presenciar el ocaso de una vida que un día surgió de sus entrañas. Llora una niña enamorada al leer esos versos que una noche, a media luna, escuchó de los labios de su brujo de amor.


El poeta se sienta entre los muertos y se siente triste al presenciar esta trágica escena en torno a su tumba.

Es su amigo del alma, como siempre vestido de negro, quien alza la vista ante el vuelo de un pájaro, se levanta tomando en su mano un puñado de tierra...

"Polvo somos y en polvo volvemos a dios", reza una oración.

El joven de negro lanza su puñado de barro contra el pecho del sacerdote que oficia los actos fúnebres.

"Él nunca creyó en tus palabras. Puedes irte, no es necesario que sigáis celebrando que su espíritu inquieto ya no esté entre nosotros, pues os estaríais equivocando"...

Toma su guitarra y en lugar de llorar los versos de su amigo el poeta, los convierte en un canto de libertad, de comprensión y esperanza.

Suenan disparos, se quiebra una cuerda de la guitarra... el alma del joven músico vestido de negro acompaña ahora a la del valiente poeta.

El gesto de victoria en el rostro del terrateniente se torna en preocupación e incredulidad. El espíritu del canto libre ha sobrevivido al fuego, y alenta al pueblo a cumplir el sueño del poeta.

El mar estrena su vestido rojo, y da la bienvenida al amanecer, mientras el viento alegre propaga la noticia de la llegada de una nueva era.

En algún otro plano, más cerca del rencor que del sosiego, otro ser atormentado se sienta bajo un árbol ante folios en blanco. El poeta sonríe desde su oscura nube, y su alma desciende hasta adentrarse en el corazón de aquel ser lleno de ideas y necesitado de palabras...


(TEE7H1NG; 03/12/2004)

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